A Carolina Campos
Miedo a
envilecerte
en los
vacíos de las pretendidas presencias.
No
busques excusas,
que
disculpen posteriores desengaños.
Tu
forma de existir, alucinógena, desmedida;
te
arrastra por un túnel agónico
a
orillas de la vida.
No
busques garantías ni reaseguros,
dejate
doler por las ausencias y las respuestas huecas.
En
alguna grieta del abismo azul
todos
encontramos el primer signo de la gran puerta.
Entregate
al olvido
si
crees que es necesario,
tal vez
en un gesto amante
encuentres
un tramo de verdad.
No
abuses de la ambigüedad protectora
de la
oscuridad y el desencuentro.
Si
desgarra tu carne, la realidad,
por las
hendiduras, saldrá para escribir
la
lengua de tu alma.
No le
temas al silencio;
solo
allí se escucha un latido.
¿Quien
puede condenarte; si lo tenés todo, pero roto?
¿Quien
puede culparte, si tus ilimitados deseos
solo
persiguen un instante de paz?
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