Naufragada
en el hastío,
transplanto
soles
que
revivan sutiles escenarios nuevos.
Busco
demente, un espejo contenedor.
Los
reflejos no se parecen
a la
niña que creía.
Signos
de madurez forzada,
de
saber aprendido a empujones,
contesta
el espejo.
Pero,
inapelable, se hace presente
desde
mi diminuta pero inmutable identidad;
una
fortaleza caprichosa, sostenida vehemente;
que me
alienta a permanecer.
A
transitar, sangrando,
este
cielo, y todos los cielos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario